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Terapia con cuencos

Carolina Santizo, Cuencos Medicina

La terapia es un masaje meditativo producido por la vibración y ondas sonoras de cuencos de aleación metálica artesanal. Desde la tradición y método AtmaButi®, este masaje es aplicado en secuencias ordenadas de notas y con técnicas específicas, a fin de reconocer nuestro ser esencial o de reactivar la memoria regenerativa de nuestro cuerpo. 

Es un tejido sonoro con geometrías vibrantes que reintegran entre sí a nuestros cuerpos físico, mental, emocional y espiritual. Estos recobran su balance y retoman su interconexión con la energía de la vida, activando su capacidad resiliente para sanar. Es un antiguo y hermoso método curativo de los pueblos originarios de los Himalayas, siendo Nepal el mayor productor de cuencos artesanales.

“Todas las personas tienen una vibración que es distintiva de su salud y bienestar. El estrés y el pesimismo crean bloqueos en el flujo saludable de energía, primero en nuestro campo energético alrededor de nuestro cuerpo y luego en nuestro cuerpo físico. Hay un efecto saludable que se produce con la fuerza invisible de los cuencos combinada con la oración.” - - Suren Shrestha

Los clientes de terapias de cuencos mejoran su memoria, claridad mental, vitalidad y calidad de sueño, incluso durante varios días posteriores al tratamiento y, en general, resuelven aspectos agudos o crónicos de su vida luego de unas cuantas terapias.

Carolina Santizo, Cuencos Medicina

De los cuencos de Carolina Santizo.

 

“Pasa. Descansa tu cuerpo sobre la cama. Respira y deja que el mundo desaparezca”. Quien habla es Carolina Santizo, amiga cuya sonrisa abandona, por tamaño y luz, su cara. Yo me siento mal. Visto ropa cómoda para la experiencia y cargo, en mi espalda, varios meses de ansiedad e incertidumbre. Estoy tieso, chueco, blando. Un par de días atrás, la misma Santizo me reconvino con cariño: “Necesitas ayuda; sabes que trabajo con los cuencos y su música, con sus propiedades curativas. Tú haces música. Prueba. ¿A qué le temes?”

    Paso y descanso mi cuerpo sobre una cama muy cómoda, en un ambiente que huele bien y que abraza mis dudas apaciguándolas. Sigo la voz de Carolina Santizo, quien me lleva con su mano invisible a cumplir una serie de instrucciones que sigo, sonámbulo. Cierro los ojos. De cualquier forma la presiento: se mueve sin pausa de un lado a otro de la cama, de mi silueta, acomodando los cuencos para que se cumpla el trato. 

    Los cuencos: hermosas aleaciones con la forma de una boca viva. De su centro profundo y ancestral surgen notas. Santizo acomoda este Tarot de bronce tonal, mientras su voz me duerme en la seguridad del cariño. Sé que va y viene, que pone y quita agua; que establece un ambiente en donde las sensaciones más agradables comienzan a conectar sus puertos. Es ahí donde inicia un viaje piel adentro, custodiado por instrumentos que estiran su voz a través de la frotación continua. Carolina Santizo me está afinando. 

    Descanso sobre una cama que ya no es cama. La gravedad ha muerto y una liviandad azul se adueña de mi peso. Suena el mundo, es decir el cuarto: lo que intuyo, lo que no puedo ver… lo que puede ser. Me relajo y un decir concreto me atraviesa como la flecha hermosa del silencio que habla. Una red va envolviéndome mientras tempera lo que se ha desajustado en mí. Carolina Santizo afina mis nervios con su arte. 

    Me voy. Los cuencos unen lo que está roto. Sueño. Hay una condición acuática en la escena; calma y murmullo. La cascada de mi propia vida deslizándose a través de una estampa que me gusta. Los cuencos son pequeñas catedrales que tocan sus campanas para celebrar un despertar diferente.

    No sé cuánto tiempo llevo bajo el influjo de una sensación superior. Carolina Santizo me despierta.

    Me siento completo y con una cualidad de aire que quiere acariciar árboles y calles. Sueno diferente. Estoy vivo. Ella, también.   

 

José María Arreola

Músico Escritor

Carolina Santizo, Cuencos Medicina
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